sábado, 23 de febrero de 2013

Empleada pública




En tu escritorio me arriendas un sueño.
Revisas tus papeles 
como oliendo mi sangre y el valor de esta.
Te llevas las manos al pelo
mientras, hoja tras hoja, revisas mi "caso". 
Sonríes 
te ríes de mis aspiraciones e inspiraciones, 
los esfuerzos de los insectos te parecen risibles
porque tú eres la reina de Chile.

Tras tu escritorio fiscal
dictas sentencia.
No haces caso a las súplicas 
lo único que importa es que haya tiempo para el café
los pobres puede esperar,
pero el café no, no espera.

Porque tras ese escritorio
eres la reina de Chile
y debo pagarte tributo.
Pero tus cobradores de impuestos 
me han desvalijado el pecho,
me han sacado los órganos de cuajo,
pero aquí me ves,
pidiéndote unas migajas,
como una paloma loca en una plaza ausente,
extiendo mis alas a tu cielo
esperando a que lluevas sobre mí.

Pero, te odio realmente
aunque una vez, hace años, te amé
(el pretérito es necesario para mantener la convicción)
y tú te aburriste de mis noches
de mis intensos soliloquios contra la luna,
de mis palmas huecas como cementerio.
y como un juguete roto
me dejaste abandonado en medio de una plaza 
en el centro de mi mundo.

Hoy tras ese escritorio
eres la reina de Chile
y tu sonrisa es sinónimo de tragedias.
Juega conmigo, una vez más.

Solo soy un juguete roto en tus manos.



  

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