martes, 12 de junio de 2018

Querido sol:



Desde la tierra fría y oscura
admiro tu luz
como te alzas desde el suelo
a pesar del dolor y las heridas
y brillas,
brillas mi sol
en el medio de ese cielo negro
en medio de este universo idiota
lleno de planetas celosos
porque para ti aún hay luz,
aún la hay

desde aquí,
desde el suelo te admiro
¿Cómo tus pequeños hombros
cómo tu pelo de torbellino
cómo tus labios encendidos
pueden soportar el peso de la galaxia?

Sol,
querido sol,
aunque el peso de la noche
el peso de la envidia
el peso de la locura
el peso del mal
te alzas ante todo
y brillas
aunque tú no lo creas
lo haces
y abrazas con tu calor al planeta
que se apega a ti como una hija
porque eres la madre del mundo
la mejor madre que puede tener

querido sol
álzate una vez más
las tinieblas no pueden contigo
el dolor no puede contigo
has cantar los amaneceres
porque ya llegas
a esconder mis sombras
a darme un día más


lunes, 7 de mayo de 2018

Llámame


Me siento estúpido,
Tirado sobre mi eje
En una posición
Francamente ridícula,
¡No soy una monja suplicante!
Balbuceo tu nombre sin cesar
Por horas inconclusas,
Como si el aire
Fuera limitado,
Como si mi caída
No tuviese fin
Como si el vacío que poseo
Se alimentase, a sí mismo
Con su propio abismo.
No me queda fuerza
Para seguir cayendo.

Me di cuenta
Que eso que llaman palabras
Se quedan cortas o sobran,
No encuentro la dosis
Como un veneno asesino o
Un insecticida barato
No encuentro la dosis.
Mi alma (si es que existe
Semejante herencia griega)
Lucha contra el peso
De sí misma
Y mi mente apátrida
No concuerda con mis manos

No debo amarte
Tú comenzaste la entropía
De mi corazón,
Desorden, violencia, odio
Son hijos de tus besos
Celos, rechazo, depresión
Fueron cocinados por ti
En la profundidad de mi vientre,
Pero, a pesar de todo,
Aún espero tu llamada
Esta enfermedad llamada esperanza,
Llamada fe, llamada ingenuidad
Esta destrozando mis nervios.
Quiero
Morir para olvidar
Olvidar para sentir
Sentir para odiar
Y así cerrar el círculo vicioso
Que creaste para mí

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martes, 24 de junio de 2014

Navidad (obra en 5 actos)


Parte 4...


Vestido de viejo pascuero, la larga barba de algodón le cubría los moretones que se ganó cuando lo echaron del motel por comenzar a romper todo. Hace unas horas lloraba desnudo en la cama de un motel sucio y entre sollozos, dejaba escapar su nombre mientras se estrujaba en otra contracción, ahora vestía de papá Noel y regalaba paz y esperanza al mundo. Necesitaba el dinero para algo, su madre todos los días le restregaba que ya estaba viejo, que hiciera algo por la vida, que tuviera un hijo, que se casara y se fuera de allí. Se sentía mareado, le temblaba la pera y las horas estallaban, una a una, en medio de su rostro. Riendo con el tradicional joh-joh-joh repartía dulces a los niños, cortesía del supermercado de turno, que a esa hora salían a comparar sus regalos y ver quien era el rey de la calle.
Él, parado haciendo el mínimo movimiento posible, transpiraba empapando un poco la larga barba de algodón que comenzaba a picarle. Se mantenía ocupado tratando de olvidar lo que hace unas horas lo tenía en pedazos -¡¡¿a quién no le ha pasado algo similar y se ha vuelto a parar?!!- repetía como un mantra para alejar a los malos espíritus, trató de sonreír, pero su intento se diluyó.
De pronto su cuerpo se torno rígido y el pequeño temblor se transformó en un terremoto siniestro. Ella se paseaba del brazo con su marido y sus dos pequeños niños corrían y reían alrededor, sonreían y hablaban en voz alta, caminaban tomados del brazo y se besaban levemente para cerrar el cuadro de la familia feliz. Tocó su cortaplumas que siempre llevaba con él como buen boy scout y la acarició lentamente mientras los fragmentos de una historia, de su historia, le apuñalaban el corazón. Recordó el sonido de su voz jadeante, el tacto de su piel volcánica, el segundo en que se sumergía en ella, el ambiente asfixiante, caluroso, claustrofóbico y dulce de sus encuentros, su rostro frágil al momento del coito, el pelo ondulado que le venía a la frente y su dulce respirar tratando de volver al ritmo de su vida ocupada. 

Sacó su cortapluma y se dirigió hacia la pareja con los ojos rojos, silencioso, evitando que ella se percatase de su figura –aunque me vea no me reconocerá- pensó. Enceguecido por una ira brutalmente explosiva los siguió por un rato hasta llegar a un callejón más o menos silencioso y cuando explotó la rabia desbordándose de su cuerpo, como el nacimiento de una supernova arrojando toda su radiación al cosmos, se abalanzó sobre el hombre golpeándole con un fierro y, en un segundo, lo degolló de forma rápida. Los niños, como si se tratase de un juego en el cual querían participar se acercaron y pequeñas cuchilladas se estamparon es sus pequeños cuerpos, ensañándose con ellos. Solo la dejó viva a ella que, estática, lo miraba a los ojos. La calle atestada de transeúntes que se percataron al rato de la escena, desde el callejón hendía la sangre dejando una pintura rupestre. Los gritos de espanto y terror inundaron el paseo, la gente trataba de correr desesperaba, como una estampida arrasaban con todo.
Corrió con la barba roja en sangre infantil.

viernes, 20 de junio de 2014

Navidad (obra en 5 actos)



Parte 5...

Agazapado. Completamente rodeado y desorientado. Con cientos de armas apuntándole la cabeza, deseosas de vomitar su fuego y abrirle un hueco en el cráneo. Estaba casi sin aliento pero eufórico. Recordaba el rostro de ella y su expresión al verse desnuda, sola, impropia, débil, sin presente y, lo más probable, sin futuro y se tapaba la boca para que la carcajada no explotase. Lo que él hizo no era muy diferente de lo que ella le había hecho a su corazón, a su vida, a su historia: quitarle su mundo y lo único que valía la pena, drenarle la poca sangre que aún le quedaba y dejarlo así, inútil. Estaba satisfecho. Había hecho justicia. - ahora nuestros dolores son equivalentes- pensó.
La noche, más roja que nunca, llamaba a la sangre. La policía intentó que dejase las armas sólo por cortesía, querían una excusa para actuar.



Él se levantó de pronto, no tenía nada que perder y caminando lentamente se dirigió directo a la policía. -¡Deténgase! ¡Arriba las manos! ¡Suelte el arma? – le gritaba el oficial siguiendo el protocolo. Pero él hacía caso omiso a las advertencias y justo antes de llegar a la calle tomó su cuchillo y se cortó la yugular con una frialdad increíble, ningún policía se atrevió a nada, paralizados por algo que les recorría la espina, como si presintieran la presencia de algún demonio que les sonreía., estáticos e impotentes, solo fueron testigos de la sangre que caía a chorros en la calle y aquel cuerpo desgarbado, lánguido, pálido que besaba el suelo como si fuese una pluma. El cuchillo rebotó por el asfalto dejado la sangre impregnada y la muerte, sentada sobre unos cajones, aplaudía la escena a más no poder, el clímax de la obra -¡Sublime!- gritaba excitada.
Los policías histéricos, como retomando su pulso de vida, corrieron a socorrerlo, ahora sentían pena por él, tristeza, misericordia…era tarde…lo único que quedaba en su rostro era una sonrisa tenue que se fue perdiendo con el rigor mortis…los diarios hablaron por años del hecho, con grandes títulos y múltiple investigaciones a la figura del misterioso asesino, entrevista con sus parientes, psiquiatras, testigos. Los medios hablaron por años del hecho, ella nunca más volvió a hablar. 

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empezamos con el final... ¿qué lleva a una persona al extremo?... este cuento está construido desde atrás hacia adelante. pronto publicaré el resto de las entradas y el inicio del cuento... el final de la historia no es lo que importa, si no, el principio...

domingo, 15 de septiembre de 2013

Ciudadanía




Timbra tu credencial
Y paga tus impuestos
El celular no para de sonar
La ciudadanía no es gratis
Se paga con sueños e ideales
Se paga con deseos y felicidades
Pero, en cómodas cuotas
De dolor y aburrimiento.

Hay que consumir los productos
Ya que están al alcance de tu mano
Premisa número uno
-no te detengas
Premisa número dos
-piensa rápido
Premisa tres
-no salgas sin tu credencial
Debes siempre recordar la importancia
De tu trabajo remunerado.

Beberás alcohol
Para olvidar tus olvidos,
Pedirás miles de préstamos
para pagar los otros miles de préstamos, 
consumirás lo que puedas
para que el otro no pueda arrebatártelo
eres útil,
Pero intercambiable
Así que
No hay que pensar de más
Que el basurero espera.

¿Qué harás sin ciudadanía?
No podrás votar
Por quien te extirpe los ovarios
No podrás beber alcohol
Para olvidar tus olvidos
No podrás pedir un préstamo
Para hipotecar lo humano que te queda
Y en el momento en que mueras
Tu cuerpo no podrá ser devorado
Por los cuervos que siempre te adoraron 


domingo, 17 de marzo de 2013

Bajar


Respiro, aquí tiene sentido el respirar. Hace rato que dejé el pueblo atrás y sólo me guía ese río que saluda como gritando. Subo, camino, sudo toda esa materia que me impedía seguir, doy grandes bocanadas de aire, las avispas chocan contra mi piel, no temo, sigo las huellas de otros desesperados que huyeron, pero no escapo de la basura que esta regada por la vía –hasta aquí llegan los humanos- digo en voz alta, pero no me canso, sigo, hasta que esos granos desaparezcan, camino, el río sigue rugiendo con más fuerza, el camino acaba, pero sigo subiendo, no quiero ver nada humano, la tierra pura tiene un ritmo que asusta, que desnuda por eso nos vestimos con concreto y creamos aquella música monótona pero perfectamente rítmica, sigo, pero ya no me alcanza el aliento y mis piernas se resienten, tiemblan al verse como mi único vehículo para la jornada, me tiendo y el dolor muscular deja su estampa, respiro, aquí tiene sentido hacerlo y me tiendo a dormir con el soundtrack de una naturaleza avasallante y duermo, por primera vez en meses, duermo sin la incertidumbre del despertar, duermo porque quiero, el dolor físico no es nada, despierto, no veo el sol, tengo hambre, como pan y decido volver aunque no quiera, la noche está por caer, supongo, emprendo la bajada, ahora mi cuerpo se queja, pero es más fácil y más difícil, bajar en línea recta y volver a donde “debo”, sigo, el río ejecuta una marcha en forma de despedida y ocurre, encuentro vida a mitad del camino, un pequeño perro, un cachorro, olisquea a otro perro muerto, supongo que a su hermano, gruñe de manera penosa –hasta los animales comprenden la muerte- el perro me mira y por un momento se siente amenazado, se acerca a olerme, me quedo estático, no porque quiera, algo me impide mover, lo hace y me aprueba con un ladrido y unos movimiento hiperquinéticos, yo sigo la bajada, me sigue, parece que me contara una historia secreta con sus ladridos mezcla de ingenuidad y una profunda madurez que sólo poseen los que han convivido con la muerte, me paro y pienso – y si me lo llevo conmigo- pero, como si una pequeña membrana tapara el escape de sangre de mi corazón en ebullición cediera y dejara escapar mi sangre en una fuga asesina mi vida entro en mí como un tsunami que se traga todo y caí de rodillas ante la ciudad que se tragaba al bosque, traje la ciudad en mi equipaje, no tengo casa, mi madre amante de la santería y congregaciones dilapida su tiempo siguiendo las diez reglas, pero las censura para su conveniencia, cada cierto tiempo me recalca que ese no es mi lugar, que debería irme de allí, que debería casarme, tener unos hijos que ella está dispuesta a criar con su displicencia de dos caras ya que ella fue una buena madre y lo predica con total soltura, quiere que tenga un trabajo que me implique el menor tiempo libre, que tenga deudas, que viva para pagar y pague para vivir, que la visite en familia para que pueda jactarse, que su nuera le ayude a cocinar y comenten los últimos avatares de los famosillos de turno, eso pide y lo hace patente en su cocina, en su comida incomible, en su trato despreciable y mi padre, mi padre, ausencia si lo reduzco a una sola palabra, en aquella casa no hay lugar para nadie- quiero llevarte perro, pero ¿dónde?¿por qué?- y unas extrañas gotas caen, ha empezado a llover y eso sirve para ocultar las lágrimas, no tengo futuro y nunca dejé atrás la ciudad, la traje conmigo aquí, perro, tú que lames mis manos bajo esta lluvia sientes mi dolor… me hace falta las caricias.




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Lo escribí si puntos aparte aunque, según las reglas, los tuviera. Algunas  vidas no tienen puntos. Algunas bajadas no tienen respiros...

sábado, 23 de febrero de 2013

Empleada pública




En tu escritorio me arriendas un sueño.
Revisas tus papeles 
como oliendo mi sangre y el valor de esta.
Te llevas las manos al pelo
mientras, hoja tras hoja, revisas mi "caso". 
Sonríes 
te ríes de mis aspiraciones e inspiraciones, 
los esfuerzos de los insectos te parecen risibles
porque tú eres la reina de Chile.

Tras tu escritorio fiscal
dictas sentencia.
No haces caso a las súplicas 
lo único que importa es que haya tiempo para el café
los pobres puede esperar,
pero el café no, no espera.

Porque tras ese escritorio
eres la reina de Chile
y debo pagarte tributo.
Pero tus cobradores de impuestos 
me han desvalijado el pecho,
me han sacado los órganos de cuajo,
pero aquí me ves,
pidiéndote unas migajas,
como una paloma loca en una plaza ausente,
extiendo mis alas a tu cielo
esperando a que lluevas sobre mí.

Pero, te odio realmente
aunque una vez, hace años, te amé
(el pretérito es necesario para mantener la convicción)
y tú te aburriste de mis noches
de mis intensos soliloquios contra la luna,
de mis palmas huecas como cementerio.
y como un juguete roto
me dejaste abandonado en medio de una plaza 
en el centro de mi mundo.

Hoy tras ese escritorio
eres la reina de Chile
y tu sonrisa es sinónimo de tragedias.
Juega conmigo, una vez más.

Solo soy un juguete roto en tus manos.