domingo, 16 de diciembre de 2012

una nota de año nuevo

Estaba ella  entre el ruido y las figuras humanas danzantes al ritmo de la alegría. La encontré sumida en un letargo de pupa. Suspendida en el aire como una luna que se aferra a su mundo. Ella miraba el sudor correr por la frente de alguien y desvanecerse.

La miré de reojo como los viejos nostálgicos cuando observan su niñez en una taza de té. Sentía en mi pecho el repiquetear de algo como si algunas polillas, seducidas por algo, confundan mi corazón con su luna. Me sumí en un silencio que permitía escuchar la mecánica de mi cuerpo, el sonido de mis engranajes, el crujido de mis resortes, pero nadie podía oír nada. La música lo tragaba todo.

¿La conozco? Tal vez.  Creo haberla visto entre las siluetas de mis carreras enloquecidas por las calles, cuando la cadena de mi bicicleta zumbaba sobre el asfalto y parecía que en cualquier momento me echaría a volar. Creo haberla visto. Pero ahora está frente a mí con la mirada clavada en el piso como si allí se encontrara la última pieza de su puzzle favorito. Se alisa el pelo con ambas manos y lo deja caer sobre sus hombros. Mordisquea levemente su labio inferior. Cruza sus largas piernas con parsimonia, dejando ver sus carnes a través de la falda, pero sus ojos naufragan en este mar festivo.

No está aquí. Su cuerpo es un caparazón o una concha vacía. Lo que vivía dentro parece haberse ido de viaje. ¿Qué belleza sobrehumana habrá tenido en sus mejores días? Seguro Afrodita hubiese estado celosa. pero hoy no está aquí.
Sus ojos están, su boca está, sus pestañas están, sus piernas están, sus senos están pero ella, ella no está, a abandonado su cuerpo así como los hombres abandonaron la naturaleza. Pero quedan sus ruinas, su bellas ruinas.

Ahora el ambiente se congela. El murmullo revolotea en mis orejas. La esperanza ancla en el puerto de los corazones de la gente. Esperan algo mejor. El otro año será mejor. La cuenta regresiva es seguida por el grito de la gente que no puede detener sus ímpetus de olvidar al mundo por un rato. Y la multitud estalla -¡¡Feliz año nuevo!!- los abrazos no se hacen esperar. Aprietan mi espalda, golpetean mis hombros, me besan las mejillas. La pierdo de vista.

Explotan en el cielo las emociones de la gente dejando su estela multicolor. Todos exclaman al mirar al cielo, tratando de olvidarse que pertenecen al mundo y que, tarde o temprano, él vendrá a cobrar la tarifa por vivir. Pero eso poco importa hoy. Discurro entre la gente intentando encontrarla. se ha ido. Queda en el aire la sensación de su presencia, el tenue aroma de sus muslos. Se ha ido, así como seguramente se irán otras cosas en tu vida.



---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Escrito hace ya unos años en un año nuevo. La sensación de ausencia de esa muchacha ahora creo entenderla .

No hay comentarios:

Publicar un comentario